Después Judas Macabeo recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado de sus hermanos. Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección de sus seres queridos. (Cf. Macabeos 12,43)
Es de buena fe y respeto por nuestros seres queridos difuntos, pagarles la cuota administradora de su última morada, el buen estado de su tumba y las oraciones que con cariño se ofrecen.